[English translation below]
En el marco del programa Latin American Cultural Exchange Fellowship Colombia, Sofia Colmenares del Fine Cacao and Chocolate Institute (FCCI) lideró una serie de entrevistas a productores de cacao, productores de chocolate, chefs chocolateros, e investigadores, entre otros actores que participan o colaboran con la industria colombiana del cacao y el chocolate. En conjunto proporcionan una imagen inclusiva de la industria del cacao en Colombia; lo que conllevo a dar visibilidad a personas que no han sido consideradas en la narrativa, enfatizar la importancia de reconocer la calidad del cacao colombiano y revalorar la relación entre el cacao con la historia, el patrimonio y la cultura de Colombia. Las entrevistas han sido transcritas con el objetivo de compartir los aspectos más relevantes con los lectores de este blog.
Conoce aquí a Elizabeth Agudelo (Finca Villa Gaby / Aroma Cacao)
Primera memoria del cacao: Yo me crié con mis abuelos (...) en una zona de campo en la frontera con Venezuela. Me crié con cacao; siempre tengo esa memoria de esos grandes cultivos de cacaos criollo en ese tiempo porque eran de granos blancos. Y que uno jugaba con el cacao, prácticamente, se subía uno en ese montón y bajaba con esas mazorcas y ayudaba como en la labor, en el desgrane del cacao.
Primera memoria del chocolate: Era un tema muy cultural nuestro, cada quince días se hacía chocolate, osea con el molino, un molino manual. Acá los llamamos molinos Corona (...) que es la marca (...). Entonces era la tradición de tostar el cacao y ayudar a moler, entonces se le agregaba azúcar opcionalmente. El olor a cacao lo tuve muy presente desde pequeña, siempre con el tema de consumirlo. (...) Yo tengo en mi memoria ese tipo de chocolate, cuando nosotros vivíamos muy apartados en los cultivos, de las transformaciones, no existían todavía barras de chocolate.
Elizabeth Agudelo Villamizar es la gerente y propietaria de Finca Villa Gaby en el municipio de Arauquita, Arauca. Durante su niñez desgranaba cacao en la finca familiar, cuyos árboles ocupaban entre 25 a 30 hectáreas. Su padre, Miqueas de Jesús Agudelo, promotor del cacao araucano y autor intelectual del clon de cacao FEAR5; dicho material genético permanece como testimonio de su infinita curiosidad, personalidad investigativa y sabios conocimientos. La inmersión de Elizabeth Agudelo en el cultivo de cacao se interrumpe con motivo de la violencia que afronta su pueblo. Ella ve, con dolo, a su padre salir de sus tierras, para años después retornar a recuperar 14 hectáreas de la antigua finca en memoria de su padre. Desde entonces su familia ha mantenido la tradición cacaotera en el municipio de Arauquita, destacándose internacionalmente por medio de alianzas con productores de chocolate colombianos e internacionales. Por ejemplo, en 2017 el Consejo Nacional Cacaotero selecciona muestras de Finca Villa Gaby para el concurso Cocoa of Excellence, que resultan finalistas entre los 50 mejores cacaos del mundo.
Agudelo personifica la conexión cultural de Arauca con el cacao a través de su tradición familiar de preparar chocolate de taza con un molino Corona. Actualmente, Agudelo dice tomar el mejor cacao del mundo en su finca, transformándolo personalmente en el laboratorio de la finca a barras, licores y chocolate de taza con un moderno mélanger. La historia de Villa Gaby es un orgullo personal, así como un testimonio de los logros que Colombia tiene en sus cacaoteros.
Elizabeth Agudelo desea agradecer y destacar la labor de:
Dr. Fabio Aránzazu
Mario Gómez (Carlota Chocolat)
Manlio Larotonda (Cacao Disidente)
Guillermo Cadena
Equipo Cacao Hunters
A continuación, seleccionamos fragmentos de la conversación con Elizabeth Agudelo para resaltar detalles previamente relatados. Algunas respuestas han sido ligeramente editadas, con autorización de la entrevistada, por motivos de claridad y comprensión escrita.
Sofia Colmenares: Doña Elizabeth yo hace unos meses entrevisté al señor Manlio Larotonda y él me comentó un poco sobre su padre, Don Miqueas. ¿Usted recuerda algunas de esas historias que le contaba su padre?
Elizabeth Agudelo: Sí, pues a mi papá lo conocí todo el tiempo alrededor del cacao. Mi padre llega acá al departamento de Arauca como en los años 54 por medio del ministerio agricultura, (...) fue la época en que aparece un hongo que le llamamos vulgarmente escoba de bruja. (...) Bueno acá se conoce con mi mamá, con la familia, se casan, hacen un hogar y nacemos nosotros pero siempre mi papá va vinculado con el tema del cacao. Si, entonces me acuerdo mucho con el tema de las capacitaciones, toda la gente estaba aprendiendo como se podaba, como se manipulaba el cacao, como se degollaba, que herramientas. Me acuerdo mucho que el ministerio traía mucha herramienta para darle a los productores entonces cuando se repartían, el día que celebraban el Día del Campesino se hacían eventos muy bonitos con charlas y la gente era muy activa porque era un cultivo que lo tenían, pero que no sabía manejarlo porque tradicionalmente nuestro territorio tiene más de 360 años y siempre ha existido cacao. Entonces creo que el cacao entró por el Orinoco, pues con los trinitarios que serían de Trinidad y Tobago entra por el Orinoco, como esa variedad, ese cacao es un poco más resistente que los criollos o los porcelanas, entonces todo mundo trata de tener dentro de sus fincas sus cacaos. Mi papá entra a eso, a ayudar a enseñar cómo se manejan los cultivos, entonces él de esa misma forma pues ya se hace su finca. Nosotros vivimos en el municipio de Arauquita, Arauca y ahorita gran parte del pueblo pertenecía a la finca nuestra entonces eran puros cacaotales y nosotros pues todos los niños de una u otra forma, los niños que nos criamos en los campos, ayudamos a la labor de los padres, entonces la recolección lo hacíamos nosotros y recoger la mazorca y llevarla al sitio donde se desgrana, ayudar a desgranar, depronto hasta darle vuelta al cacao cuando se está secando, no, siempre estamos pendientes que si llovio, que recojalo, que ayude con esto. Y se hacía manualmente la clasificación. En un tiempo nosotros hacíamos la clasificación manual, y se hacía muy en la tardecita y en la noche que estaba toda la familia, y entonces sacaban un saco de cacao y en una mesa y uno sacaba las pasillas, los cacaos dañados, fraccionaba esa parte, iba clasificando, iba organizando el cacao para venderlo. Una labor que también se ha perdido, últimamente se ha perdido porque ya las familias no hacen eso y que pues había, que alrededor del cacao pues había ese, esa unión familiar, no. Porque uno está centrado en esa labor, el papá está hablando, la mamá está hablando, los hijos están todos trabajando sobre una sola causa. Ya no, ya no ve uno eso, ya no ve tampoco que hagan su propio chocolate. Siempre en unas pequeñas intervenciones con mis compañeros productores, siempre digo que el día que ustedes tomen su propio chocolate van a entender que es hacer chocolate, que es tener calidad de cacao. Porque ya la industria nos ha invadido tanto, ya compramos en un supermercado una barra de chocolate. Entonces nos volvemos perezosos.
SC: ¿Usted cómo definiría la relación que mantiene con el cacao?
EA: A veces uno tiene como esos bajonazos y este es el momento no, todos estos días como que ya estamos sintiendo cómo lo fuerte. Cuando mis hijas me dicen no mamá pues vendamos esa finca, vendamos, eso no produce si no para los trabajadores, uno dice no. Esas historias, ese arraigo a la tierra, es emoción y sentirse uno bien con lo que hace y yo creo que el éxito de uno, osea por esta tierra, es hacer lo que uno le gusta, si, sentirse uno bien con lo que hace. La tierra es esperanza, (...) son metas corticas que se van creciendo y se vive de eso, como de esa esperanza, esa ilusión. A veces se cumplen, a veces no se cumplen en un cien por ciento, pero es rico. No tanto como el reconocimiento ni nada sino de ver que la gente como que si, que lo que uno hace o ha hecho funciona, vamos por el camino correcto.
SC: ¿Le gustaría resaltar algún aspecto del trabajo de la mujer en el campo, relacionado a la experiencia que ha tenido en Arauca?
EA: Si, yo creo que la mujer es tan importante en la parte del campo. Por que la mujer es la que se levanta temprano a despertar a sus hijos, a atender a su compañero, a apoyarlo y trabajar. Y sobre todo en el cacao la mujer hace todo, yo he visto mujeres podando cacao, cosechando, degollando, fermentando y secando y luego el hombre va y es el que vende el grano y no le devuelve la plata. Y yo creo que no debería ser así. Aca en Arauquita tenemos la mayoría de los que procesan cacao son mujeres, si, y me gusta mucho cuando nosotros acá en Arauquita hacemos un salón de chocolate que ya va para la décima edición, y vemos puras mujeres. (...) La mujer hace uno de los roles muy importantes en el campo. Me acuerdo una vez estaba haciendo una capacitación por allá en un departamento en el Caquetá y era un tema de vinculación de la mujer en el sector cacaotero. Entonces me decían, no es que acá la mujer no puede salir de la casa porque si sale de la casa el hombre se desespera porque quien le cocina. Bueno el señor fue muy muy imperativo en ese tema y bueno ya nos tocó buscar a las mujeres por otro lado. Pero luego tuve como al año la oportunidad de que el señor vino aquí a Arauca y yo lo invite, yo quiero que usted venga. Después que hizo el recorrido de la finca yo le dije, esto lo ha hecho una mujer, si. Y no se me ha quitado nada, yo soy Elizabeth Agudelo. Como es tan importante que la mujer se vincule, que la mujer las cosas las hace bien, bonitas, bien puestas. Entonces yo creo que la mujer hace mejor las cosas en el campo. Es más organizada, si le entregan una plata al vender la cosecha no se queda en el primer barcito tomando cerveza, sino que va, compra su mercado y se devuelve a la casa y piensa en sus hijos. Desafortunadamente en Latinoamérica pues esa es nuestra cultura, y es difícil romperla.
SC: ¿Por qué toma la decisión de incursionar en la producción de chocolate?
EA: Bueno nosotros tenemos una empresa con cuatro productores más. Con unir fuerzas y voluntades formamos Aroma Cacao. Aroma Cacao es una empresa pequeña, es una microempresa con estas cuatro personas y hacemos unas barras con cacaos Araucanos, y hacemos bombonería, hacemos chocolatería, hacemos todo lo que hace un chocolatero y lo hacemos aquí en Arauquita, desafiando el calor, desafiando todos los inconvenientes que hay para hacer chocolate pero acá lo hacemos. En mi finca si, yo hago un chocolate que se llama Finca Villa Gaby, hago una barra de origen con el FEAR5 y hago una barra de chocolate para taza al 70%. Entonces es eso, es buscar ese valor agregado y demostrar que el productor también puede lograr entender. Si nosotros producimos el cacao podemos lograr entender la calidad del grano, podemos llegar a entender una calidad en una barra de chocolate. Eso para mi está claro. Cuando viene un chocolatero y uno los escucha y todo, yo digo, será que conocen también una mata de cacao, o conocen la genética de los cacaos para poder entender y hablar así con tanta propiedad. Porque es muy diferente cuando uno llega a una institución y le enseñan chocolatería, no saben ni de dónde viene el grano de cacao, no saben su historia, no saben quién está detrás del grano de cacao y eso es lo que hemos querido explicarle a un consumidor que detrás de una barra de cacao hay una historia, si, hay un productor que se levanta a las 5 de la mañana que está pendiente de su cultivo y pasa todos los días en esa misma historia. Entonces es ahí como el movimiento que estamos haciendo, somos muy pocos en Colombia.
Para consultar la transcripción de esta entrevista en español, haga click aquí. El Fine Cacao and Chocolate Institute (FCCI) y Sofia Colmenares (LACE 2021-2022) agradecen la participación de Elizabeth Agudelo por su invaluable contribución a este proyecto de investigación.
Within the scope of the Latin American Cultural Exchange Fellowship Colombia, the Fine Cacao and Chocolate Institute’s (FCCI) Sofia Colmenares spearheaded a series of interviews with cacao producers, chocolate makers, chocolatiers, and researchers, amongst other stakeholders, that participate in or collaborate with the Colombian cacao and chocolate industry. As a whole, they provide a detailed review of the cacao industry in Colombia; this was achieved by providing visibility to people generally dismissed in popular narrative, emphasizing the importance of recognizing the potential quality of Colombian cacao, and reevaluating the relationship of cacao with Colombian history, heritage, and culture. Interviews have been transcribed with the objective of sharing the most relevant information with the readers of this blog.
Meet Elizabeth Agudelo (Finca Villa Gaby/Aroma Cacao)
First memory of cacao: I grew up with my grandparents (...) in a rural area located on the border with Venezuela. I grew up with cacao; I always have that memory of those native cacaos which had white beans back then. And I played with the cacao, I climbed on the mounds [of the stacked pods] and I helped with the task of extracting the cacao seeds.
First memory of chocolate: It was a very cultural aspect for us, we made chocolate every fifteen days, with a grinder, a hand grinder. Here we call them molino Corona, after its brand name. So it was typical for us to roast cacao and help grinding, and occasionally adding sugar. I recall the smell of cacao since I was very little, since we consumed it so often. (...) I remember that particular type of chocolate, because when we were living on the farm, it was far from the cities and we couldn’t access chocolate bars.
Elizabeth Agudelo Villamizar is the manager and owner of Finca Villa Gaby, located in the municipality of Arauqita, Arauca. During her childhood she helped process cacao in her family’s farm, where the trees extended over 25 to 30 hectares of land. Her father, Miqueas de Jesus Agudelo, promoted cacao varieties native to the Arauca region and is credited as the intellectual author behind the cacao clone FEAR5; this genetic material remains as a living testimony of his neverending curiosity, investigative personality, and deep knowledge. Elizabeth Agudelo’s immersion in cacao was interrupted due to the violence faced by her community. She witnessed her fathers’ displacement, and years later returned in a successful attempt to rescue 14 hectares from the land her father had formerly owned. Since then, the family has reignited their relationship with cacao in the municipality of Arauquita, gaining international recognition through collaboration with Colombian and international chocolate producers. In one instance, in 2017, the National Cacao Council (Consejo Nacional Cacaotera) selected cacao samples from Finca Villa Gaby for the Cocoa of Excellence competition, where they were then selected as finalists amongst the fifty best cacaos in the world.
Agudelo personifies Arauca’s cultural connection with cacao through her family’s longstanding tradition of preparing chocolate de taza with a Corona grinder. At present, Agudelo is sure she enjoys the best cacao in the world in her own farm, transforming it herself in the farm’s laboratory to make bars, liquors and chocolate de taza with a modern melanger. Villa Gaby’s story is one of personal pride, as well as a testimony of the achievements of Colombian cacao farmers.
Elizabeth Agudelo hopes to give special recognition to and highlight the work of:
Dr. Fabio Aránzazu
Mario Gómez (Carlota Chocolat)
Manlio Larotonda (Cacao Disidente)
Guillermo Cadena
Cacao Hunters Team
We have selected fragments of our conversation with Elizabeth Agudelo to highlight them below. Some answers have been modified slightly, with authorization of the interviewee, for clarity and written comprehension.
Sofia Colmenares: A few months ago I interviewed Mr. Manlio Larotonda and he shared some stories about your father. Do you remember any stories about your fathers’ work?
Elizabeth Agudelo: Yes, well all that I knew about my father revolved around cacao. My father arrived in the departamento of Arauca around 1954 through the ministry of agriculture, (...) it was during the time that the witch's broom appeared. (...) And here he meets my mother, and the family, they get married and make a home, and then we are born, but my father was always tied to cacao. I clearly recollect the trainings, with everyone learning how to prune, how to take care of cacao, what tools to use. I remember the ministry brought a lot of tools to give away to the producers, and they would give them away on the Dia del Campesino; on that day they planned events with speakers and people were very engaged because they had cacao, but they didn’t know how to grow it, because traditionally our territory has more than 360 years and it has always had cacao. I think cacao entered through the Orinoco, that variety that is a bit more resistant than criollos and porcelanas, and so everyone tried to have their cacao in their farms. My father worked in that realm, helping to teach how to manage cacao, and he replicated this too in our farm. We live in the municipality of Arauquita, Arauca and a large portion of the town was involved in our farm which was filled with cacao trees. And us kids in one way or another, who grew up in the farms, we helped our parents and we were in charge of gathering the pods, bringing them to an area for deseeding and helping to deseed it, sometimes we even helped turn the cacao while it dried, we were always keeping an eye out for rain, helping wherever we could. And we would sort it by hand. For some time we would sort it by hand, in the evening time and at night with the whole family, so they would pull out a sack and on a table we pulled aside the damaged cacao, starting to organize the cacao to sell it. A labor which has certainly been lost nowadays, families don’t do it anymore. There was this family union built around cacao, because you were focused on your task, while the father was speaking, the mother was speaking, the children were working together on one task. Not anymore, you don’t see that nowadays, you also don’t see people making their own chocolate. I always tell fellow cacao farmers that the day they taste their own chocolate, they will understand the meaning of making chocolate and what quality means in cacao. Because the industry has invaded us so extensively, you buy chocolate bars at the grocery store, so we became lazy.
SC: How would you define your relationship with cacao?
EA: Sometimes I feel discouraged, and this is one of those times, we have been feeling quite strongly over the past days. When my daughters tell me, “Mom, let's sell the farm, let's sell it, it only makes enough money for the workers” and I say no. The history, the connection to the land, it’s the emotion and the satisfaction of being content with one’s work. I think success lies in doing what one is passionate about. The land is hope, (...) and there are small goals that start growing, so you live on that, from that hope, from the illusion. Sometimes they are successful, other times they are not fulfilled to 100%, but it’s nice. It is not necessarily about recognition, but about people acknowledging that what we are doing is working, that we are on the right path.
SC: Would you be interested in highlighting any aspect of women's work at the farm level, based on your own experience in Arauca?
EA: Yes, I believe that women’s work is so important for farming. Because it is the woman that wakes up early to wake her kids, to serve her partner, to support him and to work. And specially in cacao because the woman does it all, I have seen women pruning cacao, harvesting, fermenting, drying and then the man goes to sell the bean and keeps the money. It shouldn’t happen like that. Here in Arauquita we have women representing the majority of cacao farmers, and I feel so proud when we plan a chocolate exhibition, which is nearing its tenth edition, and it's filled with women. (...) Women play an essential role in farms. I recall one time I was involved in a training in the Caquetá region, regarding the involvement of women in cacao production. And they would tell me that women couldn't leave the house, because if they left the man would become annoyed that there wasn’t someone available to cook. The man who told me this was very insistent, so we had to find other ways to engage the women. But then a year later, the same man visited Arauquita and I invited him to my farm. After showing him around I told him, all of this was built by a woman, I am Elizabeth Agudelo. It is so important to engage women in farm work to enrich communities. Women do things well, with dedication. Women do a better job when they farm. They are more organized, when they are paid they don’t run to the closest bar for beer, they purchase groceries at the market, return home and think of their kids. Unfortunately in Latin America this is our culture and it’s hard to change.
SC: Why did you become involved in chocolate production?
EA: We have a venture with four other producers. We merged our interests and intentions to form Aroma Cacao. Aroma Cacao is a small business, comprised of four people. We make chocolate bars with Araucan cacao, and we also produce bombons. We do everything a chocolatier does and we do it here in Arauquita, battling the heat, and all of the challenges of chocolate making. In my own farm too, I make a chocolate called Finca Villa Gaby, I make a bar with the FEAR5 and I make a 70% bar for chocolate de taza. We are searching for that added value, and to demonstrate that the producer can also learn. If we produced the cacao then we can also understand the quality of the bean, and we can learn about the quality of a chocolate bar. This is clear to me. When a chocolatier visits and we learn from their work, I do wonder if they have ever seen a cacao tree, or if they know about cacao genetics to be speaking so confidently. Because it's so different at the institutions where they teach chocolate making, they don’t know where cacao beans come from, they don’t know their story, they don’t know the person behind the cacao bean, and that’s what we’ve been trying to explain to the consumer- that behind a bar there is a story, a producer who wakes up at 5 am in the morning, who watches over the trees and repeats this task every day. And this is the movement we are hoping to propel, only a small number of us in Colombia.
To read the full transcript of this interview in Spanish, click here. The Fine Cacao and Chocolate Institute (FCCI) and Sofia Colmenares (LACE 2021-2022) are grateful for Elizabeth Agudelo’s participation and invaluable contributions to this research project.
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